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DIARIO DFG BOGOTÁ
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martes, octubre 16, 2018

CRÓNICA Chichas multiculturales.





El Chorro de Quevedo está ubicado en el barrio la concordia de la localidad de la Candelaria, encierra mucha diversidad y de eso me di cuenta cuando lo que uno encuentra es más que chicha el “whisky boyacense”. Al menos don Agustino Quevedo supo asignarle un nombre llamativo. ¿Y porque lo nombro? Precisamente me dirigía a construir un relato que prometiera descubrir las particularidades de este sitio.
Observando pacíficamente debajo del árbol guaymaral, y gozando de los relatos que poco a poco emanaban de los compañeros de estudio, que ya se habían tomado su fermento de maíz y les estaba haciendo efecto y yo mientras tanto gozando del soleado panorama que me sentía en tierras vallenatas.
Comprendí que el Chorro de Quevedo, es mas allá que trago, aparte de su historia suele atraer a otras mini culturas como yo lo llamo, desde el borrachín habitante de calle que pide monedas, artistas que tocan percusión y eso si mucho extranjero.
Algo que si resalto es que aquellas calles del Chorro de Quevedo, las aceras centrales por donde caminan todos los ciudadanos no es un andén, resulta que las aceras son las costeras, lo que se transita es un canal de agua residuales, el cual acaba cuando el desarrollo de los sistemas de acueducto empezó a mejorar.
De ahí otras calles como La Calle del Camarín del Carmen, actual calle novena, el famoso Callejón del Embudo y el propio Chorro fungieron como la escorrentía mecanismo de aseo del inicio propio de Bogotá.
En ese mismo canal de aguas residuales que está plagado de locales que venden chicha de muchos sabores, se encuentran dos personajes que al igual que la chicha reflejan la variedad de sus culturas, saberes y sabores.
Para ser preciso Ferela, ciudadana argentina, porteña que a simple vista podría pasar como una turista “gringa y rubia”, podría hacer dudar a los transeúntes de su nacionalidad, junto a ella se encuentra Arturo ciudadano chileno que la acompaña debido a tener relación académica, ambos estudian en la Universidad nacional de Colombia.
Al ver esa relación entre culturas diferentes me pregunte ¿Por qué estaban allí? Me asomé junto al conocido local Chicha Sumercé donde estaban revolviendo una baraja de cartas, ahí supe por un letrero con hoja de cuaderno que leían el tarot. Lo raro de esto es que fueran extranjeros, lo que me inquieto aún más fue porque estaban ahí esperando un aporte voluntario.
El Tarot es un poco de la explicación, pero para Ferela y Arturo es más que eso, estudiantes de antropología de la Universidad Nacional de Colombia que por la oportunidad pudieron aprovechar la posibilidad de un intercambio.
Ferela dice que en Colombia encontró lo que buscaba además del amor, su interés a nivel académico le ha llenado el alma de conocimiento, suelen acudir al rebusque a través de algo no muy tradicional como la lectura de las cartas.
Además, para reducir necesidades cuando la lluvia no los deja trabajar, pues suelen apelar a comer menos, privándose de lujos y bueno subsistir con lo que envían de dinero sus familias en sus países natales, pasan en el Chorro de Quevedo de 1 p.m. a 5 ó 6 de la tarde, ya que es una zona muy concurrida.
Entre dicha baraja del tarot que usa para responder cuestionamientos de los transeúntes, así de sencillo fue preguntarles de su vida y como la selección de tres cartas, ya me habían contado sus historias por estas tierras.
Si de cartas habláramos, la primera que nos dieron a entender fue que Bogotá como espacio es perfecto, lo único que les preocupa es que no se le presta mucha atención al tema de movilidad y seguridad.
Para Ferela es imposible aguantar un sistema de transporte tan lento, para Arturo, es más que una anécdota que al tener un acento característico, los taxistas de la ciudad lo han timado, los policías que se suponen son el escudo de la sociedad le han cobrado una coima, “que se puede esperar que tu propia protección te robe, ahí te ví mal Colombia”. En este momento a Arturo como que no le sirvió la adivinación.
Más allá del acento los une la chicha, no la desconocen quizá es porque ha perdurado en el colectivo de antaño de los padres de muchas personas en Latinoamérica, para Arturo la chicha de su país es preparada con uva.
Tanto así que para su paladar fue muy raro acostumbrarse a un sabor en que la chicha fuera a base de maíz, para Ferela es una bebida que a pesar de su artesanalidad es muy apetecible, aunque como buena argentina pone por encima el vino de su país.
Desde hace siete meses, se la rebuscan ofreciéndole la oportunidad a cualquier transeúnte que pregunte por sus anhelos, siendo extranjeros también ha dificultado el obtener trabajo, el solo hecho de llegar a Bogotá es una travesía porque ambos son becados y el único método para hacer “lukas” como ellos dicen es a través de la lectura del tarot, el cual le tienen manejo propio casi que convence, pero la gente decide si creen o no.
Al hacer esas “lukas”, coincidimos en algo que para los tres países en mención: Argentina, Chile y Colombia. Ese dinero que recaudan lo utilizan para apropiarse de lo que caracteriza las multiculturalidades, tanto para Ferela y Arturo: el ajiaco, sancocho, el frijol, los buñuelos, son sabores extraños, así como las variaciones que tiene la chicha con diferentes sabores, dicen que aquí si nutre la comida.
Para ellos el cosmos de la Universidad Nacional de Colombia, es tan igual que el propio Chorro de Quevedo. Ya que se encuentran miles de personas a diario que
bajo la lógica de la interacción disfrutan, beben, estudian, conviven ricos y pobres, que habitan este espacio “como que te das cuenta de todas las clases sociales que hay, desde la universalidad de personalidades hasta la misma universidad que agrupa gente de otras regiones de Colombia”.
Ferela dice que la antropología le ha ayudado a generar patrones sociales, que le permiten entender un poco más a la sociedad colombiana. Así mismo se me ocurrió una pregunta la cual podría permitir el debate entre varias culturas: ¿Cómo ustedes ven el proceso electoral de Colombia?, con una cara de asombro, frunce una ceja Arturo y nos dice “…yo creo que están condenados un poco”.
Para el lector esto solo significa una cosa, si votan el 27 mayo. Estos dos forasteros, aunque tuvieran cedula de ciudadanía, creen que no sería viable ninguno de los presentes en el poder, dividen mucho. Y dándole la razón a esta frase del griego <<Dīvide et īmpera | divide y vencerás>> utilizada por Julio César y Napoleón, es lo que se está viendo en el gobierno colombiano.
Y si de estudios del hombre y de antropología social se tratara para Arturo y Ferela, tienen criticas de cómo se les discrimina a otros ciudadanos, analizan como se generan reacciones y provocaciones entre diversas naciones, para él da vergüenza ajena como se insultan entre ciudadanos de a priori relación territorial como lo son Venezuela y Colombia.
Ferela con voz fuerte dice “aquí los medios han tenido el problema, de que la gente se insulte, que no se eduque, de que lancen juicios de valor a los que se suben en el autobús o de las prostitutas venecas”. Casi que se volvió común burlarse y agredirse con el vecino, ni la chicha causa ese efecto, pero la política sí.
Si al igual que la chicha nos diéramos un espacio para disfrutar de la cultura, sabores, vivencias del otro, quizás abrían muchos Chorros de Quevedo, que aparte de trago se permitiera musicalizar el rebusque de otros, al igual que se permitiera ver la esencia de la humanidad sin tapujos por medio de las cartas del tarot.
Tanto Ferela como Arturo, pensarían que el Chorro de Quevedo podría reunir a quien sea, pero siempre iría quien por algún motivo sus sentimientos le inciten esa chispa de visitar el origen de Bogotá, gozando de una rica, tradicional y humana chicha multicultural.

REDACCIÓN


Ángela Gutiérrez| Comunicadora S.-Periodista | Diario DFG
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