El Cementerio Central ubicado en pleno corazón de Bogotá tiene sin duda uno de los espacios más diversos en lo que ha fallecidos se refiere. Aquí reposa desde grandes artistas e importantes figuras celebres de la política, junto con algunos próceres de la patria.
Deleitar la mirada entre cada bodega es ver y apreciar que cada quien tiene su lugar parece un almacén de huesos adornados con una lápida cuyo adorno viene acompañado de un mensaje que recuerda las banalidades del mundo, las fortalezas en vida del fallecido y sus aficiones.
Parece ser el único lugar que pueden estar en completa calma ricos y desahuciados, ladrones, hinchas de fútbol, prostitutas, niños, policías y demás. Que tuvieron la oportunidad de residir allí.
Pisar el Cementerio Central no es fácil apenas uno ingresa siente una pesadez donde pareciera que más ojos te observan, laberintos que pueden llegar a confundir la cordura de alguien que padezca miedo.
El cementerio entierra donde sea, cada espacio sirve, se puede apreciar que existen pabellones, columnas, cuartos y hasta sótanos con algunos restos humanos.
Un olor excesivo de cebo de vela que con tan solo olerlo provoca nauseas, contrario a lo que pasa cuando los adornos florales armonizan el lugar llenándolo de un olor un poco neutralizante para ser olido.
El miedo es algo que se va quitando, la fe permanece allí, los mensajes de agradeciendo también, figuras que le son adoradas para cumplir milagros recibe a sus fans. Hay tumbas sin flores, otras no le caben y otras parecieran que fueran solitarias marchitas y sin nadie que las mantenga.
Es un lugar regocijo de descanso, a lo lejos llantos en una percepción más calmada el canto de los pájaros y en algunas pareces desgastadas permanecen frase como “aquí yacen, crecen y mueren las banalidades del mundo, la vida es sagrada, no me robaron sigo en casa”.
Y demás adornos que pretenden ser un mensaje vivo de la iconografía religiosa, la personal y la representación de ofrendas, sin duda un cumulo de vidas que si se les observa y detalla poseen diversas formas de comprender la vida y la muerte.
REDACCIÓN
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Diario DFG 
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