Relatar esto va a ser tortuoso, recientemente me sorprendió la cantidad de población flotante que se dispersa parecen hormigas, pero de tamaño humano. Unos amigos Natalia y Jeysson me comentaron ¿Cuál podría ser la razón por la que la gente tiende a sofocarse dentro de esas chatarras?, a lo que en unísono responden “ha de ser porque les gusta la adrenalina” así como una imagen que percibí hace poco por internet.
De primera mano también se nos presentó otra cuestión, todos los días tenían una razón especial para estar así esas hormigas de tamaño humano, y no era el clima, pero si el trabajo. De hecho, no tiene nada especial usar este servicio, lo que si sorprende es que llevemos dieciocho años, desperdiciando horas vitales, repito dentro de esas chatarras.
Y es que Natalia, Jeysson, y mi persona, bueno los más de 8’000.000 millones de habitantes de Bogotá, que también se despiertan a diario, casi todos nos levantamos de la cama, tipo 3:30 de la mañana a nuestros lugares laborales.
No hay tiempo que perder, dice Natalia quien le aturde que la gente corra por las mañanas, parece un caos apocalíptico sobre unas latas de aluminio dispuestas en un puente peatonal o en su defecto un conjunto de paredes pintado de blanco que a lo lejos reproduce un sonido que anuncia recorridos a distintos lugares, pero Ohhh sorpresa, aquellas hormigas de tamaño humano parecían ahora un hormiguero.
No obstante, el juego maneja nuestro tiempo, acorta nuestra llegada al trabajo y no hay como llegar toca usar esas chatarras.
Para un ojo común, puede observar monederos abriéndose disponiendo su dinero a través de una ventanilla, maletas distribuyendo su peso por el frente de los pechos de las personas como un comodín para que no los roben, miradas provocativas de la policía pidiendo la cedula de ciudadana, talentos escondidos como me dijo Jeysson, los que practican parkour a través de vidrios de apertura automática que ni cierran por la técnica de estos talentos.
Natalia, Jeysson y yo, decidimos usarlo como método para la solución de nuestra pregunta inicial, ¿Cuál podría ser la razón por la que la gente tiende a sofocarse dentro de esas chatarras? la duda nos mató.
Y nos resultó inteligente deducirlo demasiado rápido, inicialmente nos confrontamos al tiempo, salimos de una para la universidad, porque es lindo que lo esperen, pero no que lo hagan esperar, después de veinte minutos que es su tiempo record la trayectoria más ligera, la ciudadanía evoca tres o más groserías que suelen ser acompañadas de pitos, chiflidos y uno que otro chismoso.
Ese tiempo se enmarcaba en una mentira, aquellos circuitos led solo suponían una falsa esperanza para poder irse rápido a los lugares de trabajo, pero no una promesa, esos veinte minutos fueron los más duros de la vida.
Quien les narra, puede decir que la chatarra se veía decentemente vacía digo decente porque entrar aquí es como si fuera un pasamanos de un parque, nos tocó elegir con estrategia donde posicionarnos.
Aun así, llegamos, pero no como ustedes creen, aquí la jugada es actuar como fichas de ajedrez o un juego de tetris sino demuestras una cierta capacidad analítica, te friegas. Entonces, Natalia, Jeysson y yo, nos arrebató el chance unas latas, esa chatarra que nos llevaba a la universidad y como una forma de pilera-retrasada, nos pasamos de la ruta, así es, 8’000.000 millones de personas y unas latas con llantas nos habían hecho perder la oportunidad de llegar a la universidad, nos pasamos.
REDACCIÓN
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